viernes, 28 de septiembre de 2018

Frases célebres


Marcapáginas magnéticos


Veni, vidi, vici1​ (AFI /weːniː wiːdiː wiːkiː/ o /veni vidi viʧi/ en latín vulgar) es una locución latina empleada por el general y cónsul romano Julio César en 47 a. C., al dirigirse al Senado romano, describiendo su victoria reciente sobre Farnaces II del Ponto en la Batalla de Zela.
La fórmula, atribuida a Julio César —según Suetonio, la escribió tras la batalla de Zela, en la que derrotó al rey del Ponto— se traduce por "Vine, vi y vencí". Se utiliza habitualmente para significar la rapidez con la que se ha hecho algo con éxito, a la vez proclamaba la totalidad de la victoria de César y sirvió para recordar al Senado su destreza militar (César se encontraba inmerso en una guerra civil contra Pompeyo). Alternativamente, el comentario se puede ver como una expresión del desdén de César para el Senado patricio (optimates), que tradicionalmente representaba el grupo más poderoso de la república romana.


"Omnia vincit amor" se trata de un tópico literario clásico. Entendemos por tópico literario a una frase o un tema, que se repite a lo largo de la historia, con un significado determinado.
"Omnia vincit amor", que en ocasiones también puede aparecer como "amor omnia vincit", significa "el amor lo vence todo" o "el amor siempre triunfa".
Este tópico quiere decir, como bien dice la propia frase, que el amor lo vence todo. Anteponen el amor a cualquier otra cosa, el amor lo es todo, y estarían dispuesto a darlo todo por el amor de la persona que aman, llegando incluso a sacrificar su propia vida. El amor es capaz de unir a personas, sin importancia de diferencias, de cualquier clase. 
Este tópico literario aparece en la Égloga X de Horacio, donde leemos:
"Omnia vincit Amor; et nos cedamus Amori".
Lo que quiere decir:
" El amor lo vence todo, dejémonos vencer por él"
Este tópico a lo largo de la historia ha sido utilizado en muchas ocasiones y épocas diversas, como por ejemplo por autores barrocos, y también por autores románticos.


Carpe diem es una locución latina que literalmente significa 'toma el día', que quiere decir 'aprovecha el momento', en el sentido de no malgastarlo. Fue acuñada por el poeta romano Horacio (Odas, I, 11):
Carpe diem, quam minimum credula postero
"Aprovecha el día, no confíes en el mañana." 
El adagio latino podría equivaler a oraciones en castellano como «no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy» o «vive cada momento de tu vida como si fuese el último».
Es un tópico literario, o tema recurrente, en la literatura universal como exhortación a no dejar pasar el tiempo que se nos ha brindado y a disfrutar los placeres de la vida dejando a un lado el futuro, que es incierto. Cobra especial importancia en el Renacimiento, en el Barroco y en el Romanticismo.
Este tópico respecto a las diferentes épocas literarias ha ido variando en la forma de entenderlo. 
Durante el periodo de la Edad Media era entendido como: "vive el momento porque vas a morir pronto". Posteriormente durante el Renacimiento, los ideales de belleza y perfección hicieron entenderlo de la siguiente forma: "vive el momento porque vas a envejecer pronto". Finalmente en la época Barroca este tema se volvió a interpretar de la misma forma que en la Edad Media, pero con bastante más intensidad en cuanto a la muerte.


“Memento vivere”, se podía leer en algunas inscripciones de antiguos relojes de sol. Acuérdate de vivir. Cuando veas pasar el tiempo inexorable, arrastrado por el sol de estos días inciertos, acuérdate de lo que queda pendiente, de la obligación de perseguir los sueños, de las ventanas abiertas.
Acuérdate de vivir pretende mirar al futuro, un futuro que no es mera conjetura, que no se lee en la borra del café, que no es el destino trágico e inalterable que escribieron dioses caprichosos. Es un futuro donde se rompen los espejismos, en el que estallan los oxímoron, en el que el desempleado encuentra trabajo y redención, un futuro que se cuela por la ventana en forma de susurro, o que encontramos en un papel escrito en la cocina, en el que los ángeles vuelven a ver arder las calles, en el que en la pared de enfrente alguien escribe un saludo de paz, un buenos días.
Y para ver el futuro hacemos repaso de las cicatrices, de todo lo que fuimos, empleamos la memoria como herramienta cargada de poesía, como el último patrimonio inviolable que nos ayuda a ser más libres. Y, aunque la desatendamos de cuando en cuando, recordamos la obligación de ser felices, de trazar nuestro propio camino.
Aunque la ciudad a veces parezca Fort Apache a punto de claudicar, aunque a veces tu pena exhale un perfume muy dulce y se apaguen los cuerpos, acuérdate de vivir. En este mundo de emergencias rutinarias es indispensable recordarlo. A pesar de que el reloj consuma nuestras horas y el tedio congele nuestros sueños. O por eso. Memento vivere.

Fuente: Internet


miércoles, 26 de septiembre de 2018

Calendario Románico Agrícola (Dúo)



Panteón Real de San Isidoro de León
Inicios del s. XII

En entradas anteriores, había publicado los marcapáginas y en esta ocasión, añado las postales.



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